martes, 4 de septiembre de 2007

UN PADRE QUE NO ES PATRIARCA

Un grupo de mujeres ha propuesto una campaña titulada “DESDE CALI Y CON EL PROFESOR MONCAYO, LE CAMINAMOS A UNA PATERNIDAD SIN VIOLENCIA”.

En estos tiempos, cuando parece cosa de locos que quienes vivimos en Colombia todavía conservemos la cordura, esta campaña me ha llenado de alegría, me ha devuelto la esperanza en que quizá no es demencia persistir en quedarse en este país.

Ellas han sabido interpretar la tan publicitada caminata del profesor Moncayo, no como un carnaval mediático, sino como una muestra del amor admirable de un padre que se ha atrevido a serlo de un modo que puede llegar a transformarnos a todos y a todas.

Al hacerlo, me han puesto a pensar en lo que le debemos al profesor Moncayo, y en las razones para admirarlo. Tienen toda la razón al presentarlo como ejemplo a emular en una paternidad sin violencia porque él:

Ha demostrado que un padre puede amar con tesón, con tenacidad, sin desfallecer a pesar de todos los obstáculos. Que un padre puede estar presente en la vida de su hijo, y que cuando no lo dejan, puede hacer hasta lo imposible para estar allí, para no dejarlo solo.

Ha recorrido el país no una, sino varias veces durante estos diez años, se ha entrevistado con varios presidentes, con Tirofijo, con todos los protagonistas políticos que han accedido a recibirlo, para pedirles que piensen en el dolor de la gente, y no en la meta absurda de imponerse con violencia sobre los demás. Para enseñarles que, como lo decía Gandhi, la norma del “ojo por ojo y diente por diente” sólo conduce a la ceguera general y al vaciamiento de todas las encías.

Ha usado la fuerza de sus piernas no sólo para jugar fútbol, sino para llegar a todas partes donde puedan oírlo contar que la vida puede ser algo muy distinto de una competencia de todos contra todos, y mucho más bella que el festín insano de la guerra.

Ha alzado sus brazos, no para golpear a nadie, sino para pedirnos que apoyemos su insistencia en el diálogo y en la negociación como la mejor solución de este conflicto que parece interminable.

Ha colgado a su cuello cadenas, no para invitar a la sumisión, sino para que no se nos olvide que mientras haya tantos colombianos y colombianas sin libertad, todos y todas tenemos que sentirnos presos.

Ha llorado sin pudor, porque dar muestras de su dolor y de su amor de padre no lo hace menos hombre, sino mucho más grande y más humano.

Ojalá que su ejemplo mueva a todos los padres a imitarlo, a todas las madres a apoyar y fomentar una masculinidad no violenta, a todos y a todas a apoyarlo. Creo que no podría pasarnos nada mejor.

Gabriela Castellanos Llanos

viernes, 17 de agosto de 2007

Carta al Profesor Moncayo

Profesor Moncayo,

Su dolor, su tenacidad, la fuerza de su fragilidad, han inspirado estos días de soberbia y guerrerismo.

Usted ha sido, tal vez, el primer hombre en Colombia que ha reivindicado pública y políticamente su condición de padre. Ha mostrado, en este país de padres ausentes o autoritarios, que es posible vivir una paternidad con entrega y ternura. Lo hemos visto desgarrado exigiendo su derecho a estar al lado de su hijo construyendo presente, y continuando quizás, esas largas conversaciones que emprenden los seres que se aman.

Y profe, nosotras y nosotros tambien nos animamos a caminarle a una paternidad sin violencia. Esa es la gran transformación cultural que usted nos propone. Colombia necesita padres sabios, amorosos, dignos; condiciones, que ha negado una educación autoritaria y que la guerra acentúa en su lógica de horror.

Hemos estado acostumbrados a que sean las mujeres las que se opongan a parir hijos e hijas para la guerra, a protestar por los asesinatos y loas desapariciones. Las voces de los hombres han permanecido silenciadas.Y es ahora usted profesor Moncayo quien nos anima a defender públicamente nuestro compromiso vital de padres, padres del lado de la vida, padres amorosos contra la guerra, padres comprometidos con la historia.


www.paternidadsinviolencia.blogspot.com

jueves, 16 de agosto de 2007

Estamos en el Petronio




DESDE CALI, Y CON EL PROFE MONCAYO, LE CAMINAMOS A UNA PATERNIDAD SIN VIOLENCIA

Muchas cosas ha inspirado el profe Moncayo, ese caminante desarmado, que sin odio ni arrogancia ha mostrado lo absurdo y desmedido de los poderes que nos gobiernan y de los que se oponen con las mismas lógicas y medios en nombre de la libertad, de la revolución y del pueblo. Moncayo, desde su sensibilidad y dolor de padre, ha despertado nuevas sensibilidades ante dolores muy antiguos. Ha refrescado los discursos, las estéticas y la ética de la protesta en el país. Pero su aporte, para nosotr@s, va mucho más allá.

Hace más de tres décadas en este continente ser madre dejó de ser sinónimo de resignación, para convertirse en símbolo de lucha inclaudicable contra la impunidad, de sembrar la memoria, de no dejar olvidar, de no descansar, de ser el pequeño sirirí que enloquece con su persistencia al ave rapaz.

Hoy, las mujeres – madres en todo el mundo forman una corriente imposible de ignorar, con una fortaleza nacida del amor y de la no cooperación con el olvido y la iniquidad.

Mientras tanto, los padres son figuras ausentes y se visibilizan más como casos de violencia y abuso hacia sus hijos e hijas. Tanto, que los y las colombianas cansadas de esperar por una figura paterna diferente de la acostumbrada, distante y borrosa, han preferido elegir dos veces a una figura de padre autoritario y violento, de zurriago y camándula, castigador, amenazante, símbolo del patriarca antioqueño.

Por eso es más importante la dimensión del legado del profe Moncayo. Con sus palabras y actitudes, él nos ofrece una pista maravillosa y esperanzadora para Colombia: Por primera vez un hombre reivindica política y públicamente su papel de padre, demostrando otro tipo de fortaleza noviolenta. No de padre distante ni autoritario, sino de padre amoroso, sensible, comprometido hasta la médula con vivir su paternidad. Reclamando sin ambages su derecho a vivir al lado de su hijo, a cumplir su compromiso vital de PADRE.

Entonces, convencidas y convencidos de la importancia del momento histórico que estamos viviendo, y segur@s de que no nos lo vamos a perder, les proponemos iniciar una acción colectiva de padres como sujetos políticos en Colombia, padres del lado de la vida, padres amorosos contra la guerra, padres contra las violencias, padres por el acuerdo humanitario, padres comprometidos con la historia.

Ya algunos hombres y mujeres, inspirad@s en Moncayo, estamos iniciando una campaña que consiste primero, en un movimiento de la conciencia: Declararnos caminantes por una paternidad sin violencia. Vamos a convocar a todos aquellos hombres que decidan que nada puede separarnos de vivir y gozar de la paternidad: Ni la guerra, ni la pobreza, ni las múltiples violencias.

En cada evento, en cada reunión, en cada acto público donde haya hombres y mujeres sensibles a este llamado, enarbolaremos las consignas de la paternidad amorosa y sin violencia. Cada cual usará camisetas, botones, manillas y otras expresiones de apoyo a este cambio. En muchos escenarios, en cada pared, en cada cartelera, haremos expresión pública de esta intención y cada padre amoroso sabrá que no está solo en su empeño, que sus pasos, como los de Moncayo, dejan huella en la historia de Colombia, cambiando una cultura milenaria.

Iniciaremos una convocatoria con clasificados en las paredes, los periódicos y medios de comunicación y luego, como en una teletón, nos fijaremos metas de llegar…. a 1000? a 10.000? a 1.000.000? de padres objetores de conciencia, padres maestros, padres que no crían guerreros. Cada casa, cada barrio, cada organziación y cada empresa pueden inventarse su campaña. Para encontrar los pasos de muchos y muchas, tenemos un teléfono y un blog donde pueden escribir, contando su experiencia y conectándose con otros para coordinar esfuerzos de mayor impacto.

Luego, realizaremos un acto ritual público simultáneo en varias ciudades para que el país sienta a estos nuevos padres.


La historia y la cultura de este país lo agradecerán. Y un día, cuando las nuevas generaciones nos pregunten qué hicimos en estos tiempos aciagos, podremos responder : Estuvimos al lado de la vida, negándonos a engendrar hijos para la guerra, el odio y el horror, paternando y maternando la vida, acunando la fragilidad del futuro con tibieza.

Ojalá podamos conmover a muchos y muchas para respirar al mismo ritmo por esta bella causa. Si es así, nos encontramos en el Petronio Alvarez, en el Mundial de Patinaje, en el Festival de Arte, en la Feria del Libro, en el ciberespacio.

Mujeres y Hombres Caminantes por la Paternidad sin Violencia

Nuestros teléfonos: 556 84 28 Cali Colombia
Nuestro blog:
paternidadsinviolencia.blogspot.com